Primer capítulo
“La mente, así como los metales y los elementos, puede transmutarse de grado en grado, de condición en condición, de polo a polo, de vibración en vibración”.
Hermes Trismegisto
Para acercarnos a la idea de Alquimia, podemos dejar volar por nuestra mente algunas imágenes que la evocan. Por ejemplo, que la alquimia hace referencia a la mezcla de líquidos ó a la transmutación de la materia. De los alquimistas, habremos escuchado que vivían en busca de la piedra filosofal que les permitiera convertir los metales comunes como el plomo y el estaño en oro, y crear sustancias capaces de sanar. Por lo cual también se le reconoce como la doctrina esotérica precursora de la química moderna. En general, esos cambios a los que a voluntad sometían a la materia y que alteraban la composición de los objetos sucedían siempre buscando su refinamiento y su mejora para al final, obtener el elixir de la inmortalidad. Por lo que la alquimia se entiende como un proceso que ocupaba toda una vida de ensayos, paciencia y dedicación.
La alquimia, comenzó en Infinitea Tés Finos gracias a una época. Un momento que, como pocos en la historia reciente - al menos de la historia que damos por conocida- ha retumbado en todo el planeta al mismo tiempo. Esta circunstancia del espacio tiempo que ha creado espacios y creado tiempos con los que antes no contábamos de la misma manera que lo hacemos hoy, y que nos llena de preguntas con miles de verdades como respuesta, ha tomado varios nombres. Nombres de tragedias bíblicas, nombres alusivos a su duración de 40 días, nombres de magnitudes aterradoras y estruendosas que asustaban con sólo tenerlas en la mente. Pero, al darles sonido con nuestra voz, fuerza con nuestro soplo, y que salgan a ser parte del paisaje auditivo más desprevenido, crea réplicas que se pasean y viajan en boca de todos, en mente de todos, hasta que se nos ha hecho pensar que es normal un estado emocional enfermo aún sin estar enfermos físicamente. El voltaje que va tomando el lenguaje coloquial con el que hemos caído en la trampa de nombrar a estos tiempos de perfeccionamiento, es un ¨golazo¨ a la inocencia. Pero esa es la tarea del alquimista de todos los tiempos: Encontrar el oro que habita en los metales burdos. Pareciera solamente que hubiéramos estado en un confinamiento forzado, pero en realidad estábamos en un estado de refinamiento acelerado.
La primera ley de la Alquimia Moderna está hecha frase por un alquimista por excelencia:
“No es lo que entra por la boca lo que daña al hombre,
sino lo que sale de ella”.
Jesús de Nazareth
Primera Ley : Para transmutar de grado en grado nuestra mente, de condición en condición, de vibración en vibración; sólo hay que recordar que tenemos dos oídos y una sola boca. Lo que entra por los oídos suele ser dos veces más grande y ruidoso y a veces no está en nosotros el poder controlar lo emitido; pero sí lo podemos refinar antes de que salga como réplica de nuestra boca, - ese resultado refinado debería ser como máximo, la mitad de lo que escuchamos, de acuerdo con esta proporción - , porque hemos transmutado a conciencia los “metales burdos” que hay en las palabras y en las ideas predominantes, para conseguir el oro que se esconde en ellas. Ese proceso paciente de escuchar, colar, filtrar que implica ensayo y dedicación, ennoblece al alma humana y la dulcifica, convirtiendo momentos cotidianos en momentos de alta vibración porque creamos un mundo considerado con los oídos de los demás, y acorde con el tipo de vibración para la que estamos en momento de merecer como humanidad.
Luego de más de un año de Refinamiento Merecido y aún con sus aparentes desastres en los principales aspectos de la situación mundial, sería impensable añorar tiempos pasados. Son estos tiempos los más bellos aunque no lo parezcan.
Cuando el alquimista estaba a punto de obtener el oro, seguro que su laboratorio parecía un infierno, caliente, chispeante y peligroso por las alteradas llamas. Pero él, no podía dejar de insistir en su labor, ni siquiera para limpiar el sudor de su frente. Sin embargo, sólo él sabía en su corazón cuánto iba a valer la pena limpiar luego su consecuente desastre.
Además de la alegría de volver a servir el té y reconectar con personas a las que no vimos en mucho tiempo, una nueva tarea surgió en Infinitea: Había un constante desastre por limpiar. Se percibía en un lenguaje de desesperanza y pesimismo con el que las personas buenas hablaban de la vida y de su nueva idea del mundo. Constatamos que la verdadera pandemia, era el miedo generalizado y que este a su vez, era suficiente para debilitar el sistema inmune y quebrantar la fé. Entonces, como no conocemos algo más amoroso que las plantas, no conocemos a nadie como ellas para dar consuelo y acompañar al ser humano en sus alegrías y tristezas; creamos Los Recorridos de Té. Las principales enseñanzas de esos recorridos por el mundo de algunas plantas, es lo que compartiremos en este sendero de la Alquimia ahora desde una Conciencia Infinita, que siembra árboles de buen fruto que alimentan el presente y el mañana.
En los capítulos siguientes de esta serie, sustentaremos el por qué nos encontrábamos en un estado de refinamiento acelerado. Hablaremos de la importancia de la contención de la palabra, del silencio y del vacío en la alquimia de la vida de hoy.
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